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lunes, 21 de abril de 2014

Pinceladas para la construcción de un distrito industrial corchero (II): El concepto de la Institucionalización y el papel de la Administración.




Seguimos aportando algunas consideraciones relevantes respecto al concepto de Distrito Industrial, y su posible solución frente la decadencia del negocio corchero tradicional sanvicenteño, motor de la vida de nuestro municipio.

Ya hemos hablado de algunos elementos que rodean al término, como han sido el “efecto distrito” o la “poliespecialización”. En este caso abordaremos el de “institucionalización”, aspecto que a menudo causa controversia ya que tiende a confundirse con otros términos como los de “planificación” o “intervención”, propios de modelos donde el Estado es el que controla de forma plena la Economía.

Para explicar en qué consiste dicho término, debemos considerar la propia definición del concepto de Distrito Industrial, al que Becattini (la figura más relevante que hay en este campo) lo ve como “el conjunto de personas y población de  empresas de un lugar,, en donde existe una alta especialización en una o más etapas del proceso productivo de una actividad concreta, existiendo además una relación de interdependencia entre las empresas y un entramado institucional público y privado que lo sustenta”.

Vemos como la definición ya deja entrever la importancia del concepto de institucionalización puesto que lo considera de forma clara, extendiendo además el término tanto al ámbito público como al privado.
Hablar de institucionalización es hablar de condiciones específicas que favorezcan la organización de un distrito de forma efectiva, en donde  los “protagonistas” del distrito consigan entender el concepto de “capital social”, el verdadero motor por el que se consigue “el efecto distrito”,  y que no  es otra cosa que la presencia de una cultura común identitaria, además  de una relación estrecha, de confianza y de interdependencia entre las empresas constituyentes.
Dichas condiciones son las que han marcado el éxito de los distritos industriales más eficaces y eficientes, aquellos que han sabido competir y reinventarse constantemente según va cambiando la Economía.

En la definición de dichas condiciones, es esencial la labor de la administración local y regional. No en vano, se considera a la misma como protagonista del distrito como agente participante, al mismo nivel que los propios ciudadanos en su conjunto,  las asociaciones de empresas y trabajadores, los centros educativos, las universidades, los centros tecnológicos o la propia banca.
De hecho, en los casos de éxito mencionados anteriormente (que son por otro lado los más estudiados y caracterizados), la vertebración del distrito no se entiende sin el papel de la administración, quien debe velar por que se cumplan las reglas de juego, empleando para ello sus recursos y métodos, tanto en forma del capital e infraestructuras necesarias, como de una reglamentación que asegure el cumplimiento de los cánones necesarios para preservar el mencionado como “capital social”, la llave  que hace viable al modelo.

Utilizaremos un símil “biológico” sencillo para acabar de describir la importancia de estos conceptos, puesto que tal y como mencionamos en otra ocasión la Economía y la Biología no están tan lejanas: Si queremos ganar una carrera, nuestro organismo funciona de forma conjunta, es decir, “institucionalizada”: las piernas (empresas), que están formadas por multitud de células (capital humano),  no podrán nunca correr si no le llega la suficiente energía (capital financiero).  Esta energía es transmitida desde nuestras reservas naturales procedentes de diferentes órganos específicos como el hígado o el propio músculo (banca), mediante un entramado de vasos comunicantes por el  que circulará el líquido que los embebe, la sangre (el capital social). Al llegar a su destino,  los tejidos de las piernas (asociaciones) empezarán a producir y utilizar dicha energía según las necesidades. Además, todo este ejercicio de “solidaridad” entre estructuras del organismo no sería posible que funcionase sin los sistemas reguladores de las funciones vitales, el sistema nervioso (centros tecnológicos) y el endocrino (universidades). Por último, es esencial la presencia de  un motor que permita que todo el sistema funcione, el corazón, que aumentará o disminuirá el flujo sanguíneo según las necesidades, y que en este juego argumental es un rol que cumple necesariamente la  administración.  





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