Cuanto más profundizo en el estudio en el asunto de
los distritos industriales, más soy consciente de dos cosas.
La primera, la increíble relación que tiene esto de
las Economía con la ciencia de mi formación académica principal (la Biología),
y la segunda, que una organización “distritual”, que incluya una integración
vertical de todos las etapas de los procesos productivos, es la única manera
para la supervivencia de economías locales tan características como las del
negocio corchero tradicional sanvicenteño.
Existe una grandísima base bibliográfica que
argumenta las virtudes de este modelo de interdependencia entre pequeñas y
medianas empresas que se concentran en un entorno geográfico concreto, y como
consecuencia de ello, se especializan fuertemente en las diferentes etapas de
los procesos de la actividad principal del distrito, sobre todo de cara a ser
eficientes y competitivos en mercados en donde la situación privilegiadas de
las grandes compañías dificultan la supervivencia del resto.
Este mismo argumento, junto con otras tantas
consideraciones que se hacen en el estudio de los comportamientos de los
distritos, se ajustan a los razonamientos que muchos autores en el ámbito de
las ciencias de la vida han propuesto, si consideramos al distrito industrial
como una especie biológica, que sufre los avatares de las leyes naturales.
Entre estos aspectos podemos hablar del
fenómeno de la “poliespecialización”, términos con que se refieren algunos
autores al hecho de que como consecuencia de “las fuerzas externas” que afectan
al distrito, es decir, la competencia, fuerzan al mismo a que muchas de las empresas del distrito acaben
especializándose en ámbitos nuevos. Es un mecanismo de diversificación que
favorece al distrito y su supervivencia, aunque si no está sujeto a un cierto
control (administrativo, principalmente), puede desembocar a que el distrito
pierda su esencia.
Es sorprende el grado de similitudes que se
encuentran entre este fenómeno y el mecanismo natural que da origen a nuevas
especies, es de la “especiación”. Hasta el término es casi idéntico, y por
supuesto los mecanismos que condicionan la aparición de “entes” nuevos
(distritos, empresas o especies biológicas, según lo que estemos considerando).
En uno de los artículos de la publicación “Distritos
industriales”, editado por Mediterráneo Económico, titulado “LA
POLIESPECIALIZACIÓN COMO FUENTE DE DINAMISMO DEL DISTRITO INDUSTRIAL”, y
realizado por María Jesús Ruiz Fuensanta,
se habla de este aspecto, asumiendo además como mecanismo que fomenta la
poliespecialización en los distritos uno
muy próximo al concepto clásico de Especiación simpátrida para especies
biológicas, el cual ocurre cuando una especie, pese a ocupar un mismo
territorio geográfico, se diversifica debido a mecanismos que impiden su
reproducción, como puede ser la existencia de hábitats diferentes dentro del
mismo territorio, diferencias de comportamiento, diferencias en los órganos
reproductores, etc.
Obviamente en el artículo no se utiliza este tipo lenguaje, aunque se habla de de la
aparición de nuevas actividades productivas por empresas del distrito sometidas
a las presiones externas a las que anteriormente hacíamos referencia, lo cual
ha permitido que determinados tipos de distritos hayan ido evolucionando
conforme lo han hecho los tiempos, y por tanto han conseguido sobrevivir. Los
que no han sabido incorporar estas formas de proceder acaban extinguiéndose
como lo hacen las especies biológicas que no son capaces de adaptarse a las
nuevas exigencias del mundo vivo.
Cualquier iniciativa que intente poner en práctica
una organización “distritual” ha de considerar pues estos principios, llevados
a cabo siempre desde una estructura básica de distrito que integre verticalmente todas
las etapas productivas de una actividad.
Está claro que si un árbol dispone de una gran cantidad que ramas, es
posible que pueda perder algunas de ellas sin que la integridad de la planta
peligre, o que si ésta al final acaba muriendo como ente vivo que es, algunos
esquejes procedentes de la misma puedan dar lugar a nuevas plantas, de la misma
especie o incluso a otras nuevas mejor preparadas para los nuevos retos.
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